Hace poco elegí ser actor. Me costó decidirme. Ahora que lo hice no voy a jugar a medias tintas. En este blog publicaré todos los éxitos, fracasos, alegrías y tristezas de mi carrera. Bienvenidos a los entretelones de la vida de un actor. Pónganse cómodos. Espero que cuando caiga el telón aplaudan de pie.

jueves, 9 de septiembre de 2010

La omisión de la familia Coleman

Teatro: Timbre 4 - Av. Boedo 640
Domingo 21.15 horas


Hace varios largos fines de semanas que quería ver esta obra. Por alguna u otra razón siempre me había quedado con las ganas de ver a los Coleman. Tantas críticas, tantas recomendaciones, tantos años en cartelera que el entusiasmo por verla iba creciendo minuto a minuto apenas entre a esa confortable nueva sala de Timbre 4.

Dentro de una escenografía propia de una casa de familia de clase media en deterioro, comenzó la tan esperada obra. Ganchos directos al mentón desde los primeros segundos no me permitían despegarme de la silla. Velocidad y precisión en los diálogos y en los movimientos escénicos. Poco a poco esos entrañables personajes iban mostrando su juego, sus esencias y desarrollando esta tan particular historia. En esta obra escrita y dirigida por Claudio Tolcachir, todo parece funcionar mal. Todo parece quebrado y equívoco.

Los roles se confunden. ¿Quién es quién? La abuela parece madre y la madre hermana. Hermana menor. Hermana con serios problemas psicológicos, que quiere todo para ella. Pero por eso no deja de ser susceptible para dar y recibir sentimientos. El hijo con problemas mentales posee un léxico complejo que traduce lo que percibe en su entorno a un idioma que los demás no entienden y que intentan callar al grito de “llegó la hora de la pastilla”. El hermano casi no puede expresarse, sino a través de los golpes y parece que se relaciona más con el alcohol (y con lo ajeno) que con sus afectos. Su hermana melliza, víctima, gambetea su destino cosiendo para afuera y clausurando toda posibilidad de relacionarse con un hombre. Tal vez, una equivocada estrategia para no imitar a su madre. Falta la hermana mayor, que ha elegido escapar y formar una familia que mantiene oculta. En ese maremoto, la abuela es la única que da cariño, aunque a veces eso se traduzca en la imposición de cierto orden, que todos acatan y esperan.

Uno no se despega de la silla hasta el final, en donde, con crudeza y sarcasmo, finaliza la historia entre risas (o debería decir dejos de angustia, por la realidad que se ve y que se "abandona"). Salí con la sensación de haber visto algo bueno, muy bueno, que no hace mas que alimentar el hambre de poder llegar que permanece latente en mi.


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